En 1949, al concluir la guerra civil entre el partido nacionalista Kuomitang y el Partido Comunista de Mao-Zedong en China, los derrotados que apoyaron a Shan Kai-shek, se encontraron frente al hecho insalvable de perder la capital de China. Con el generalísimo a la cabeza se produjo como consecuencia un éxodo gubernamental que tuvo en Taiwán el lugar de exilio desde donde se pretendió mantener el Gobierno.
Con la victoria comunista, miles de familias y tropas del frente nacionalista se obligaron a cruzar la corriente marina hasta llegar a Taiwán. Se replegaron a la isla que también fue llamada por los portugueses, Formosa, la isla Hermosa.
Luego de tres años de combates y con el resultado en contra, los nacionalistas despojados del control de la vasta extensión de China continental, se protegieron en la tierra rodeada por el Mar Pacífico. En esa forma establecieron un enclave que habría de consolidarse, de hecho, como un país: República China, separada de la República Popular China por apenas 180 kilómetros de agua salada.
El paso hacia la Isla Hermosa y el cruce de un enorme tesoro ...
El cruce hacia Taiwán tuvo caracteres legendarios. Shan Kai-shek hizo apilar 19000 cajas. En los contenedores de madera mandó a guardar con sigilo objetos imperiales. En secreto, y en distintos lugares, bajo sus órdenes se protegieron los tesoros ante la amenaza que representó la guerra contra Japón en 1937. Las vastas series patrimoniales comprendieron 700 mil antiguedades entre las que se encuentran jades rojos, caligrafías, mobiliarios, y lacas. Los tesoros culturales llegaron y permanecieron en custodia del General durante el exilio y se exhiben en el Museo del Palacio Nacional.
Shan Kai-shek, aun vencido, mantuvo una confianza nostálgica. El generalísimo del Kuomitang se afianzó a la esperanza en que el gobierno establecido en China, liderado por Mao Zedong, terminaría por caer. Resguardado en esa porción de tierra mantuvo su autoridad dentro de sus seguidores. En los claroscuros de su poder, el generalísimo hacía valer leyes de guerra emanadas de su mando absoluto. Durante el resto de su vida, trabajó con la convicción en que podría restaurar su gobierno. Nunca sucedió. En el entretanto de la historia, en medio de la guerra perdida y el anhelo incierto de regreso, con sus camaradas vencidos se dedicaría a consolidar su Estado-Nación. Soldados junto con un caudal de mano de obra artesanal migratoria se convertirían en una aglomeración productiva.
A mediados del siglo XX, en el orden internacional, confluyeron varios factores que contribuyeron a delinear la vida de Taiwán en el siglo XX: la Segunda Guerra Mundial, la derrota de Japón, y la intervención de Estados Unidos en el Mar Pacífico.
Japón, luego de su rendición en 1945, devolvió a China el territorio insular de Taiwán que había colonizado, sin embargo el gobierno de Beiging nunca ejerció su soberanía en la isla.
Al final de la Segunda Mundial, la Séptima Flota de los Estados Unidos patrullaba el estrecho de Taiwán, en donde las lineas imaginarias separaban dos visiones: la capitalista y la comunista. El gobierno de Mao Zedong en tierra firme aplazó su intención de aniquilar al reducto nacionalista que lideraba Shan Kai-shek.
A mediados del siglo XX, aquellos refugiados, trabajadores manuales, profundizaron en su discurso nacional que conllevó a realizar cambios modélicos. Ese tumulto laborioso cambiaría el curso del pensamiento económico en Asía.
Fortalecer el Estado de República China, Taiwán, como razón política posible, fue la batería que unificó tanto a la generación exiliada como a sus descendientes. En cada frente se creó un discurso anudado con trabajo y patriotismo. Desde los bordes marinos hasta los cenegales arroceros la población taiwanesa nutrió sus mayores aspiraciones: Libertad, Democracia y Autodeterminación Nacional.
Fue una vez una derrota...
Concentrados en sus valores moldearon un país contra los pronósticos que ponian en duda su sobrevivencia y así fueron creando instituciones. En una especie de gran pacto social preconizaron la dignidad y la valoración de sus habitantes. Se dieron su organización territorial en 22 divisiones administrativas. Formalizaron su ejército, protegieron su espacio aéreo.
Los vencidos emitieron su propia moneda, que en sus inicios modestos circuló en el comercio de pescadores. Como país los taiwáneses adoptaron su bandera, compusieron su himno nacional y seleccionaron su ave nacional...la urraca azul de Formosa.
Quienes desembarcaron en procura de un sitio de amparo, tras los estragos de la guerra civil, llegaron con un conjunto de destrezas. A fuerza de largas faenas y sonrisas interminables, la población taiwanesa afianzó la unidad en torno de políticas estratégicas. En el curso de veinte años, la población empobrecida, echó mano de sus activos intelectuales, organizó su sociedad, desarrolló poderes creativos y enraizó identidad económica.
A comienzos de 1960, el país densamente poblado avivaría al mundo con su juguetería. Con la presencia de los principios de respeto y gratitud a sus antepasados los productores insulares centraron sus soluciones en la tecnificación de oficios. En cada renglón de la economía se aprovechó los adelantos en la industria mundial. Asi,con los adelantos en química hicieron del terruño un exportador frenético de productos plásticos. Cada avance en la producción mundial se estudiaba en la isla, de esta manera, sectores tradicionales como pesca y agricultura adelantaron sus actividades en virtud de métodos científcos.
La actividad imparable en centros de estudio propendía por el potencial de las nuevas tecnologías. Desde perspectivas académicas, sucedió una comprensión iluminante: la nanotecnología tendría poder liberador. Las fases sucesivas de preparación nacional conducirían a que en cinco décadas, los descendientes de aquellos precursores incitadores quienes empezaron su trabajo con carretas en madera, se convertirían en co-creadores de empresas con vocación mundial. Ese fenómeno social situaría a Taiwán a la cabeza en la producción de microprocesadores y computadores personales.
La adquisición del conocimiento fue la programación de política pública que condujo a importantes transformaciones socioeconómicas. Taiwán, priorizó la educación superior, que se diversificó y se hizo accesible en todas las capas de la población. 76 años después del tesón pionero, el 84 % de los jóvenes ingresa a formación universitaria de alto nivel.
Economía y negocios frente a las malas influencias...
En los momentos en que los gobiernos comunistas, en diferentes países, penalizaban la propiedad privada, los nacionalistas en Taiwán estimularon la iniciativa individual. Las instancias gubernamentales permitieron a los particulares la creación de negocios y la obtención de ganancias. En una localización rodeada de agua por todas partes y con la advertencia de ocupación por la fuerza al territorio, los pobladores se consagraron a hacer viable su economía y a insertarla en los mercados internacionales.
Al paso de las décadas, en muestra de su inefable crecimiento económico, construyeron varios íconos mundiales en ingeniería civil. Solo dos ejemplos de la materialización de su crecimiento, uno de ellos: el Estadio Nacional de Kaohsiung - el Estadio del Dragón - cubierto en tecnología fotovoltáica con paneles solares, empleados en la generación de energía. Esa construcción cuenta con capacidad para albergar a 50.000 espectadores.
Otra muestra de sus obras civiles, es el edifico Taipei 101, construido con el sentido espiritual de alejar las malas influencias a sus huéspedes. Esa torre tuvo el record de ser la más alta del mundo durante nueve años. Hoy, la edificación con sus 106 pisos se ubica en el puesto once, en el listado de las más elevados.
Las construcciones son un exponente de la rauda tasa de crecimiento y en el mismo tiempo de la humildad de sus pobladores. Las edificaciones estelares de Taiwán simbolizan, en cierta manera, algunas de las claves de su progreso: el apoyo continuo a la inversión privada en infraestructura y la destinación de fondos en áreas rezagadas. Sus construcciones testifican el talento empresarial y el comportamiento integral de sus habitantes.
Personalidad de una nación...
Taiwán ha modelado su historia en la integración de multiples piezas. Es un mundo trazado en la sutileza de oficios manuales como lo expresan variadas estéticas de Lukang. En ese distrito poblado por artesanos se aprecia la sapiencia y dedicación en varias artes. Las etapas de colonización, de invasiones y de guerras contribuyeron en los caracteres de su personalidad nacional. En paralelo se mantiene la invocación en el rico surtido de deidades.
En el territorio se pondera la tradición de múltiples espiritualidades que están expuestas en cerca de 15000 templos diseminados en la extensión nacional.
A la muerte de Shan Kai-shek el 5 de abil de 1975, tras 25 años de gobierno, se derogó la ley marcial y se reglamentó elecciones nacionales. Desde 1990, mediante voto secreto los ciudadanos eligen a su presidente cada cuatro años.
Aun sin contar con relaciones diplomáticas con la mayor parte de la Comunidad Internacional, Taiwán se posiciona en el sitio 22 entre las economías más grandes del mundo...un indicador de cómo se reconvirtió una derrota...