Cuando Chen Chung Pan llegó de su natal Taipéi a Bogotá, en la capital colombiana, en 1984, compró un camión Dodge 300. Estuvo convencido en que haría fortuna transportando papa, comprando y vendiendo arroz. El señor Pan, provocó risas a donde iba. «Hice muchas amistades». Recorrió la geografía colombiana, aprendió a comer ajiaco. Se hizo a las costumbres del país que lo recibió. Trabajó sin temor durante las épocas aciagas de la narco violencia.
«Llegó un volcán como el amor», dice. Se enamoró de la huilense que trabajó con él, se aficionó a ella por su lealtad. María Emma Viuche contuvo a Chen Chung Pan con su laboriosidad. «Mi esposa coge mi corazón» -dice-. El señor Pan habla de su amor colombo-chino y de sus hijos, de quienes hace una ingeniosa combinación de palabras: «Con ella tengo una co-china y un co-chino». «Es muy chistoso» - Dice Anny, su hija.
Desde su espaciosa oficina hasta las escaleras externas se ha expandido la fragancia que sale de la cafetera. El taiwanés se hizo caficultor atraído por el clima de Colombia, por el paisaje de extensión infinita que se le abrió. Un lote en Mesa de Elías, que compró para su esposa, en el Huila, fue el comienzo del sembradío familiar: «Se dio la oportunidad, poco a poco tecnificamos el cultivo».
Se entregó pleno a su romance y a trabajar por una unión que ha durado cuarenta años. Su primera clave matrimonial: «No pelear con su esposa».
En la sede de su café don Elías, Chen Chung Pan y Anny Pan, organizan cata con muestras de sus tostados escogidos. «Enseñar lo que es el café especialidad, el café colombiano, este producto que nos reconoce mundialmente», es motivo familiar. La degustación es el encuentro con métodos de preparación. Beber esta infusión conlleva un significado mayor: es el resultado de la influencia de un taiwanés.
Columpiar entre Taipei y Bogotá...
Una rueda de sabores en la pared es la guía para entrenar el paladar. La tarea de los fundadores es normalizar su emprendimiento con estándares cafeteros internacionales. Trabajan en identificar atributos sensoriales como dulzura en boca de la infusión. Los catadores tendrán en sus botones gustativos sensaciones cítricas, maderales o frutales. «Los sabores son un proceso de recordación» expresa el barista Daniel Kabyr.
El asentamiento cafetero está ubicado en la vereda de la Mesa de Elías, en el Huila. «Es curioso: el abuelo de mi madre se llamaba Elías», dice Anny Pan.
Chen Chung Pan, cruzó el Mar Pacífico con su profesión de comerciante. Luego columpió entre Bogotá y Taipei, como negociante en elementos electrónicos.
Suma ya cuatro décadas de residencia en este país. Chen Chung Pan con esposa e hijos, coordinan la siembra, el cultivo, la cosecha y la exportación de su café de especialidad. Cada día el núcleo familiar trabaja en función de alcanzar altas puntuaciones a su molido. Es una meta callada obtener la calificación de extraordinario.
Desde la cereza en el cafeto la selección es minuciosa, grano a grano, hasta que los bultos llegan a la tostadora. Maestros tostadores centrarán la atención a curvas de tostión.
Los cuidados que agregan a la cadena de valor hacen que el nombre de una zona veredal huilense se empiece a colocar en el plano mundial cafetero. La familia Pan Viuche ha llevado su marca colombiana a Holanda, concretamente a Roterdam, a Estados Unidos y Chile.
Anny Pan, es Bióloga en Universidad de los Andes. Aplica ciencia en la finca familiar. Estudia la fisiología del cafeto, muestréa la plantación en busca de hongos o bacterias. En sus análisis determina nutrientes de la tierra. Está atenta a fortalecer las raíces. Su ejercicio en control de calidad contribuye a obtener el perfil de homogeneidad de taza.
El señor Pan, explica en qué anda: «En cómo mejorar este rico café que Chen Chung es una insignia de Colombia». La familia comparte el análisis olfativo de sus preparaciones. Su marca lleva el nombre de la tierra que es origen de su producto...Don Elías, por el nombre de la vereda en Huila, departamento ubicado en el centro del país. Hay otra coincidencia que resalta Anny Pan: «El abuelo de mi mamá se llamaba Elías».
Del camión a la electrónica, de la electrónica al café...
Se reviven los inicios del migrante a Colombia. El intervalo entre cada sorbo, que toma en un pocillo de vidrio de doble pared, sirve para dar otra puntada a sus orígenes en Colombia: Como el camión no le dió la riqueza necesaria, durante 1983 se sintonizó con el sector electrónico. Viajaba a Taiwán a importar mercancías: diodos, resistencias y partes para circuitos integrados. Con dos maletas de mano, traía un gran número de componentes. En su nuevo negocio tenía las mismas ganancias que podría obtener con treinta toneladas de arroz; veía utilidades más rápido y con menos trabajos. Así, el señor Pan, proveyó a tiendas electrónicas, y formó parte del mayor centro de distribución de resistencias, condensadores y bobinas en la carrera novena de Bogotá. El comerciante ratificó otras claves de su vida: «No hacer trampa y ser sincero».
Padre e hija resumen el inventario de sus cafetales: «Tenemos 30.000 plantas de Castilla, 5000 de variedad Gecha -que es originario de Etiopía- 5000 de Bourbón Rosado». Anny interviene: «Durante cosecha hay trabajo para doce recolectores».
La bióloga Anny Pan tiene herencia Colombo-China: «En mi casa la cultura taiwanesa estuvo muy marcada en el tema de la comida, el comer con palitos; por la disciplina y por las fiestas: Año Nuevo Chino, Fiesta del Dragón y Fiesta de la Luna». Anny exterioriza sobre tradiciones y transferencias culturales del papá: Cosas básicas como quitarse los zapatos antes de entrar en la casa». Por el lado de la herencia colombiana: «Mi mamá es del Huila y allá tienen la costumbre de ser muy cariñosos, de ser superserviciales, de querer a la familia».
Para los dos chiquillos Pan-Viuche las festivida
des de Año Nuevo, los decorados rojos de la fortuna y los festones dorados de la alegría, eran indicios de espera anhelante: «Porque -dice Anny- parte de la celebraciones son los sobres con dinero. Eso para los niños es muy emocionante».
Los niños bogotanos llegan a Taiwám...
Cuando Anny tenía cuatro años, su padre hizo el viaje para que taiwanenses abuelos, tíos y primos conocieran a los herederos nacidos en Colombia. A su vez, esta tierna descendencia bogotana de ojos asiáticos, conectaría su curiosidad con la patria paterna. El taiwán de caligrafías, la isla en donde hacen máscaras en madera, y el pais de talladores de bambú. Los niños abrirían sus miradas a metrópolis boyantes, observarían templos innumerables y escucharían, de la mano de sus padres, cantos en mandarín.
Daniel Kabyr, barista, expone acerca de la acidez cítrica, propia del suelo del Huila como factor determinante en las propiedades organolépticas del café.
En cuanto a si las fiestas tradicionales huilenses influyeron en su padre: «Mi papá, no es de ruido y demás, entonces él, nada de fiestas» - comenta Anny Pan -. En cambio, señor Pan al lado de su compañera María Emma, aprendió a comer tamales y a saborear achiras.
«Mi papá nos ha enseñado el tema de los ahorros». Chen Chung y María Emma inculcaron en los dos hijos el valor de la disciplina: «Hay que ser constantes con las cosas; de pequeños estábamos en clases de natación, clases de pintura, clases de inglés, a los mismos horarios». Eso dejó ejemplos en la hija menor: «En los deportes no salirse porque le fue mal. Hay que luchar por lo que uno quiere hasta ser bueno».
En la mesa de catación queda un estuche con 36 frasquitos que contienen aceites con aromas de café.
El señor Pan cobra un aura venerable es la sumatoria de proverbios taiwaneses, uno de ellos: «Tener una vara en el corazón...» ,quiere decir, tener un sentido interno de medida y criterio para juzgar lo que está bien o mal...
Noticias Colombia - Texto: Nelson Sánchez A - Diseño: Jeymi Flórez - Imáenes: Noticias Colombia y Cortesía Café don Elías
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